En una reciente entrevista con Brookings Institution, Sam Altman, CEO de OpenAI, ha compartido su preocupación creciente sobre cómo la sociedad está subestimando el impacto potencial de la inteligencia artificial en la economía global. A pesar de los avances significativos en la tecnología, como la introducción de GPT-4 y el inminente GPT-5, Altman teme que no se esté dando la importancia necesaria a las consecuencias a largo plazo de estos desarrollos.

Altman ha mencionado que, aunque GPT-4 no mostró un impacto destructivo significativo en el mercado laboral, la complacencia podría ser peligrosa. Según él, la transición hacia modelos más avanzados como GPT-5 debería ser motivo de análisis y debate continuo sobre cómo la IA está remodelando las estructuras laborales y económicas.

A pesar de algunos estudios, como los del MIT y las Naciones Unidas, que sugieren que la IA puede crear más empleos de los que destruye, la preocupación de Altman radica en la calidad y el tipo de trabajos que surgirán. Además, enfatiza la necesidad de implementar prácticas de autenticación robustas para la IA, no solo para prevenir fraudes sino también para combatir la desinformación, especialmente en contextos críticos como las elecciones nacionales.

La visión de Altman no es solo precautoria, sino que también implica prepararse para posibles escenarios adversos, mencionando incluso que él ya tiene preparado un búnker ante la eventual creación de una «IA fuerte».

 

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