Por Juan Pablo Ojeda

 

En su primera conferencia de prensa matutina como presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo no solo abordó los temas que marcarán su agenda, sino que también se enfrentó a las críticas por un gesto que ha generado controversia: el beso en la mano al senador Manuel Velasco. Este acto, que para muchos es simplemente una formalidad, ha desatado un debate sobre su significado en el contexto político actual.

Durante la toma de protesta del 1 de octubre, Sheinbaum fue aclamada por su discurso, pero no pasó desapercibido el hecho de que besó la mano de Velasco, líder del Partido Verde Ecologista de México (PVEM). Los opositores no tardaron en señalar el gesto como un indicativo de complicidad, sugiriendo que podría simbolizar un pacto con la corrupción.

En su intervención del 2 de octubre, Sheinbaum abordó esta controversia, aclarando que el beso es parte de su estilo de interacción con quienes le saludan de esa manera. “Yo acostumbro a que si llegan a darme un beso en la mano, yo regreso el beso. Es algo natural y de reciprocidad que hago desde hace mucho tiempo”, explicó la mandataria, defendiendo su acto como una costumbre que ha practicado desde su campaña electoral.

Sin embargo, la polémica no se detuvo ahí. En redes sociales, los ataques por parte de funcionarios opositores se intensificaron, con algunos usuarios calificando el gesto como un «beso de Judas», insinuando que este acto podría tener repercusiones negativas para su administración. Comentarios como “una acción desafortunada para la presidenta” resonaron en plataformas como X, donde la percepción pública se construye rápidamente.

A pesar de la crítica, los simpatizantes de Morena defendieron a Sheinbaum, argumentando que se dejó llevar por el momento y que su intención no era otra que la de mostrar respeto. La división de opiniones plantea un escenario complejo en el que cada acto, por insignificante que parezca, puede ser utilizado como un arma política.

La controversia plantea preguntas cruciales sobre la percepción de la política en México y cómo los símbolos y gestos pueden influir en la imagen de los líderes. A solo días de asumir la presidencia, Claudia Sheinbaum se encuentra ante la tarea de demostrar que su administración no se verá empañada por rumores y especulaciones.

En conclusión, el beso a Manuel Velasco ha dejado entrever no solo las costumbres políticas de la nueva presidenta, sino también las expectativas y críticas que la rodean. A medida que su gobierno avanza, será crucial observar cómo este y otros gestos influirán en su relación con los ciudadanos y su lucha por mantener una imagen de transparencia en un contexto donde la corrupción ha sido un tema recurrente.

 

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