El interés mundial por el antimonio ha crecido considerablemente en los últimos años, impulsado por su amplia gama de aplicaciones, desde la fabricación de baterías hasta el desarrollo de armas nucleares. Esta semana, China, el principal productor global de este valioso mineral, ha anunciado una serie de restricciones a su exportación que entrarán en vigor el próximo 15 de septiembre, lo que ha causado un revuelo en los mercados internacionales.

El Ministerio de Comercio de China ha justificado estas medidas argumentando la necesidad de proteger la seguridad y los intereses nacionales, además de cumplir con sus obligaciones de no proliferación. Estas restricciones afectarán no solo al mineral de antimonio, sino también a productos como los metales de antimonio y el óxido de antimonio. Adicionalmente, la exportación de tecnología de fundición y separación de antimonio y oro quedará prohibida sin la debida autorización.

Para poder exportar estos productos, los interesados deberán obtener una licencia para mercancías y tecnologías de doble uso, un requisito que busca garantizar que no se utilicen en actividades que comprometan la seguridad de China. Esta decisión es parte de una serie de medidas más amplias que el gigante asiático ha implementado desde el año pasado para reforzar su control sobre los “minerales críticos”, incluyendo restricciones sobre productos de grafito, galio y germanio.

La respuesta en Occidente no se ha hecho esperar. Países como Estados Unidos han expresado su preocupación por la creciente influencia de China sobre estos materiales esenciales. Las restricciones chinas se perciben en parte como una represalia a las políticas de la administración Biden, que ha intensificado sus esfuerzos para limitar el acceso de China a tecnologías avanzadas, como los chips de inteligencia artificial.

Con estas nuevas medidas, China no solo reafirma su control sobre los suministros globales de antimonio, sino que también pone en alerta a las naciones que dependen de estos minerales para sus industrias clave. La incertidumbre sobre el futuro del mercado del antimonio y otros minerales críticos sigue en aumento, mientras los países occidentales buscan alternativas para reducir su dependencia del gigante asiático.

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