La trágica historia de Aranza Aldanelly Castillo Cruz, una joven trans de 23 años, ha tocado las fibras más sensibles de la comunidad en Monterrey y más allá. Desaparecida desde el 7 de julio de 2024, su ausencia desencadenó una búsqueda desesperada que se extendió por 19 largos días, durante los cuales familiares, amigos y activistas unieron fuerzas con la esperanza de encontrarla con vida. Sin embargo, el 30 de julio, esa esperanza se desvaneció al descubrir su cuerpo sin vida en un terreno baldío en la zona norte de la ciudad.

El caso de Aranza no es solo un doloroso recordatorio de la violencia que enfrentan las personas trans en México, sino también un llamado urgente a la acción. Su desaparición y posterior hallazgo han provocado una oleada de indignación en redes sociales y entre activistas, quienes exigen justicia y una mayor protección para la comunidad LGBTQ+. La muerte de Aranza Aldanelly Castillo Cruz es una herida abierta en el tejido social del país, una que no puede ni debe ser ignorada. Es un grito de alerta que nos recuerda la urgencia de combatir la violencia y el odio con políticas efectivas que garanticen la seguridad y dignidad de todas las personas, sin importar su identidad de género.

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